El proyecto del Hard Rock en Tarragona ha atravesado un camino lleno de obstáculos y cambios políticos desde su concepción. Originalmente presentado en 2012 como BCN World, la idea de crear un macrocomplejo de ocio que incluyera casinos y hoteles ha evolucionado a lo largo de los años, enfrentándose a la crisis económica y a cambios en la administración política catalana.
A pesar de que en 2014 se aprobaron beneficios fiscales para atraer inversiones, la situación ha cambiado drásticamente. Recientemente, el Parlament de Catalunya ha revertido estos privilegios fiscales, estableciendo un gravamen del 55% en lugar del 10% previamente acordado, lo que ha complicado aún más la viabilidad del proyecto. Esta modificación legislativa ha sido el resultado de un consenso entre varios partidos, incluyendo PSC, ERC, Comuns y CUP.
El Govern, liderado por Salvador Illa, continúa defendiendo el proyecto, a pesar de la pérdida de incentivos fiscales. Los planes actuales de Hard Rock incluyen la construcción de dos hoteles, un casino, espacios de entretenimiento y una avenida comercial, con una inversión que podría alcanzar hasta 2.000 millones de euros. Sin embargo, la falta de un calendario claro para la aprobación del Plan Director Urbanístico (PDU) y la necesidad de un informe de impacto ambiental añaden incertidumbre al futuro del macrocomplejo.
El PDU de 2016 que se debe reformular ya había reducido significativamente el área destinada a casinos y los terrenos urbanizables. Una vez que se obtenga el informe ambiental, el Consorcio Intermunicipal de Vila-seca y Salou deberá validarlo, seguido de una revisión por la Comisión de Territorio de Catalunya. Si todo avanza, se espera que la firma del contrato de compraventa de los terrenos se realice en un plazo máximo de dos meses.
El futuro del Hard Rock en Tarragona sigue siendo incierto, con múltiples factores políticos y económicos en juego que podrían determinar su viabilidad definitiva.